A PESAR DE LA COVID-19, ARTISTAS LOCALES BUSCAN CÓMO “LEVANTAR EL ESPÍRITU” DE SUS COMUNIDADES
Gracias al paquete de alivio del coronavirus (CARES Act), el condado de Los Ángeles recibió $10 millones que está tratando de distribuir entre las más de 400 organizaciones que sirven a públicos étnicos. Dispuso un centro de recursos digitales del arte y la cultura, y mantuvo el programa de pasantías pagadas para estudiantes de los colegios comunitarios.

El sector de la cultura y el arte ha perdido $12 mil millones desde el inicio de la pandemia. Las pequeñas compañías luchan aún más para salir a flote y no dejar solas a sus audiencias en este trauma colectivo.
Alivio financiero insuficiente
Pero teatros pequeños y medianos devastados por los cierres, como The Los Angeles Theater Center operado por la compañía de teatro latino, pudieron acceder apenas a $22,000 de esos fondos para el siguiente año. Su director artístico Jose Luis Valenzuela, contó que sus gastos para mantener los salarios de 14 personas, sobrepasan los $10,000 mensuales.
“Ni siquiera pensamos en estar capitalizados, sobrevivimos día a día y mes a mes” aseguró Valenzuela. “Y eso que llevamos 25 años en el negocio, somos una de las compañías más consolidadas con mayor presupuesto pero tuvimos que cancelar todo. Ahora estamos experimentando con programación digital, pero eso no da dinero… mi preocupación es que muchas de las pequeñas compañías de teatro no sobrevivirán a esta crisis”, comentó Valenzuela quien preparaba una obra sobre inmigración con actores de colegios comunitarios cuando la pandemia llegó.
En Los Ángeles, una ciudad predominantemente hispana (52%), sólo hay cuatro compañías de teatro latino. Las audiencias encuentran en estos espacios no solo la posibilidad de pagar entradas accesibles al bolsillo sino un espacio de identidad donde pueden compartir preocupaciones y sueños y entablar una relación cultural con el mundo.
“El problema es que los políticos no apoyan las artes porque por 40 años no se enseñó artes en las escuelas” apuntó Valenzuela. “No tienen ningún interés y ahora desde sus puestos de poder es difícil que apoyen el arte en nuestras comunidades”.
Kristina Wong, una comediante que precisamente emite un show político desde la sala de su casa llamado “Kristina Wong para un cargo público”, ha podido mantener su trabajo gracias a previos contratos que tenía con universidades en el país.
Ella estaba de tour por Sacramento cuando 30 minutos antes de presentar su comedia en un colegio comunitario, los estudiantes recibieron un mensaje de texto diciendo que las clases se mudaban al formato en línea el siguiente día.
“Ahora hago los mítines desde mi casa”, compartió Wong. “Es una suerte que el show es sobre elecciones y que pase tres años en una campaña política como parte de la investigación para el show, muy oportuno”. Wong vive en el Koreatown de Los Ángeles, y fue elegida para servir en su consejo vecinal.
Ella recibió un préstamo no reembolsable como parte del programa para pequeños empresarios, lo que le ha permitido mantenerse a flote durante la pandemia. Haciendo uso de Facebook, decidió organizar una red de tejedoras de máscaras y ya ha logrado repartir más de 70,000 entre trabajadores esenciales, campesinos afectados por los fuegos en California, presos y hasta miembros de la Nación Navajo.
“El racismo estructural ha hecho que algunas comunidades no puedan ni siquiera acceder a máscaras baratas, así que si bien al principio las tejíamos para hospitales y grandes ciudades, eso tuvo que cambiar”, dijo Wong, “Como artistas hemos pivotado nuestras energías para acomodarnos a estos tiempos”.
Para Sakoda del condado de Los Ángeles, es necesario un nuevo contrato social que reconozca que el trabajo creativo es esencial para las comunidades étnicas. “Los estudios demuestran que tener recursos culturales da mejores resultados en educación, salud y seguridad pública. Es parte de nuestro bienestar”, concluyó.